miércoles, 7 de marzo de 2012

BEING THERE

LO QUE QUEREMOS VER

¿Existe un proceso cuya esencia es posibilitar la existencia concreta y general de todo lo que individualmente consta como elemento, o simplemente medios abstractos que delimitan, como cercando un campo de posibilidades, una realidad que jamás podrá ser controlada desde el estereotipo?

Dictan algunos manuales neurológicos y experimentos de psicología, que poseemos la capacidad de filtrar la información que nos circunda, que se abalanza sobre nosotros casi demandando que les signifiquemos. Es decir, decidimos cuáles son los estímulos más relevantes y les damos prioridad  mediante la concentración de la actividad psíquica, un procesamiento de profundidad en la consciencia; algo así como destacar, entre un tumulto de gente, sólo aquellos que llevan traje, o lo que es igual, en medio de un basurero, lo reciclable. Sin embargo, no es solamente enfocar la mirada en uno o varios aspectos de la situación y relegar los restantes a la inopia, es tomar posesión y posición, clara y efectiva, para tratar positivamente un posible entre los muchos que simultáneamente aparecen queriendo forjar nuestra aprehensión formal, en primera medida, de la realidad. Claro está, como regla general en la vida, ni el más sólido medio asegura el éxito del fin que se propone; a lo sumo lo insinúa.

Es en este marco de presunción donde les quiero presentar a Chance, un peculiar ‘‘ignorante’’ que protagoniza un peculiar film donde lo absurdo tiene lugar en lo posible, donde el sin sentido es regla general y el ver lo que queremos ver, la trama en que se generaliza. 

La película, que titula Being There, es un homenaje a la sencillez: en su modestia sobriedad impresiona, entristece y deleita, caracterizándose por un toque cómico de singular ironía que estimula en risas nuestra índole de amenidad. Nada de temáticas intrincadas con una atmósfera tóxica de apabullante exigencia cerebral, nada de escenarios imaginarios o de verosimilitud forzada; son lugares comunes sin variables ocultas a lo que nos invita el film.

En él Chance, su protagonista, es un hombre de mediana edad cuya vida a transcurrido entorno a las imágenes y los sonidos percibidos por la televisión, de lo cual se puede justificar su sistemático proceder: éste se mueve, actúa, procede u opera mediante un mecanismo de mimetismo, un control de semejanza; Chance relaciona su realidad con la realidad que le otorga la televisión, contrapone ésta en aquélla, su comportamiento obedece el comportamiento ‘‘ficticio’’ que se presenta como actuación o como situación sintética; es, metafóricamente, un espejo de la programación televisiva. En él no se aplica la teoría de filtración puesto que, continuando con su descripción, padece notoriamente un cuadro patológico de desorden cognitivo, puntualmente, discapacidad cognitiva; Chance es un limitado en el desenvolvimiento sustancial desde un común procesar: el autogobierno, por lo tanto, es nulo, como lo es también muchas otras capacidades que recaen en    el desarrollo del individuo. La jardinería, otro aspecto de su vida –suponiendo que sea su vida-, comparte con la televisión, confinando una pequeña parte de su dominio, el marco en que se facilita el ejercicio de su proceder. Jardinería y televisión, su mundo físico y de acción.


Sin embargo sus coprotagonistas no estarían muy de acuerdo con estas premisas; exceptuando un par de los personajes que  intervienen de alguna forma alrededor de nuestro protagonista, el resto de sujetos que registran participación directa, ya sea efímera, ya sea constante con él, se llevan una concepción totalmente diferente, su valoración dista mucho a la que un asistente al film pueda otorgar.

En being there, retomando un poco aquella teoría de filtración quizá ya olvidada entre las letras de este documento, se interviene en el proceso de recepción, purificación y apropiamiento de información que constituye nuestra realidad, mediante la ejemplificación de la cantidad de vertientes tanto morales como éticas que interactúan haciendo de lo que hasta entonces parecía llano, un áspero camino: la clase social, la religión, la profesión, etc. Determinan o condicionan la forma en que vemos las cosas, la importancia que les damos y el cómo las empleamos o, dado el caso, cómo nos empleamos en ellas.        

Es a partir de Chace que nos encontramos frente a estas determinantes de mediatización. Él es ‘‘sobrevalorado’’ como persona dado, precisamente, a estas determinantes. En primera instancia hallamos a Eva, una mujer de mediana edad quien en un suceso, del cual se declara responsable, lo lesiona leve, mas no insignificantemente. Esta mujer de notables recursos económicos, propone evitar intervenciones convencionales y acoge a su victimario como huésped en su residencia. Factores como la vestimenta y el pacifismo al afrontar la crisis, como características de civilización, ubican a Chance entre la nobleza; sin preguntas, sin respuestas, se hace acreedor de una primera formación conceptual. Y él hasta entonces sin conjugar palabra.

De Eva en adelante los participantes reaccionan de la misma forma: elaboran una opinión precipitada, casi por sugestión social, resultado de un juicio positivo en base a las características que en Canche asocian de habilidad locutiva, destreza social y experiencia económica. Una evaluación preconcebida, según lo que ellos sostienen como arquetipo de persona, en la que la simpeza de nuestro personaje encaja, o es encajado con facilidad. Y él sin conjugar palabra.

Sin embargo la cúspide del absurdo axiológico prorrumpiría en forma de metáfora. Chance lograría inconscientemente y en contraposición a la relación que guarda de cara al mundo desde su cajón audiovisual de realidad, internar a ese todo que conforma dicho mundo en su terreno, su dominio, su campo teórico de acción. La premisa aquí sería el oportunismo, la conveniencia, la necesidad y una serie de circunstancias que permitirían elevar al grado de alegoría financiera, una frase que se originó en el más literal pensamiento del más trivial hombre. Una frase interpretada por las personas indicadas en la problemática apropiada, sin ser ésta para tales fines empleada. Una frase que le ubicaría, casi por propagación inmediata, en el más alto estatus social: su nombre bordeado ahora de rumores, se pronunciaría en las expectativas de cuanto interés fuese considerado de su altura. Decir, la presidencia a su merced, y él sin conjugar palabra.

Lo cierto es que Chance desde su jardín y literalmente, como lo es todo hacer en su vida, desde el anonimato, adquiere el papel de noticia; una noticia en voz de todos. ¿Cuál fue su dote? La idea o imagen referida propia como preconcepto de asimilación, de la que, ya no refiriéndonos a él en tanto a la jardinería y la televisión, la sociedad moderna está impregnada.  

El film sería entonces una diatriba a la desaparición de nuestra consciencia crítica, a la influencia ya extrema de valores materiales sobre el proceso de cognición humana, donde la realidad se ve afligida desde el cómo la experimentamos hasta el cómo la aplicamos, pasando por el cómo la sintetizamos en conclusiones. Ya no nos proponemos analizar objetivamente las proposiciones desde los valores intelectuales. La consciencia se enfrenta a un mundo competitivo desde la manipulación que ejerce la estratificación social. Alcanzar puntos de vista racionales y objetivos con los datos empíricos que nos adornan parece utópico. Cuando tenemos en la televisión un noticiero regional regulando nuestras mentes sumado a una herencia de preceptos éticos endebles al  poder adquisitivo o "económico", el ser crítico aparece como un inútil.



En Being There todo gira alrededor de ‘‘lo que queremos ver’’; la sociedad ve en Chauce lo que quieren ver de él, lo que necesitan ver. El final, de hecho, es una carta abierta a que le interpretemos desde ese ‘‘lo que podamos ver’’: ¿Una metáfora religiosa? ¿Una parábola a la imaginación? ¿Representa acaso el ‘‘sin límites’’ característico de la televisión, su posibilidad de ser? ¿Será la respuesta negativa a la propuesta teórica de un cerco que delimite el campo de posibilidades frente a una realidad? Por ahora les invito a darse una respuesta acerca de la pregunta que aparece en un pricipio, para ello les dejo el reflejo del ser humano en su más ciega versión; ahora, tengan en cuenta, leerme y no precisar en la película es permitirme hacerles creer, lo que quiero hacerles ver.
¿Y tú qué ves?